Cuadrilátero wesleyano: Escritura, razón, antigüedad y experiencia. │Por Rafael Stringel │

Introducción

Me invitaron hace poco a escribir un artículo para el blog de la página Pensando en Lenguas, que es de corte pentecostal clásico sobre el tema del Cuadrilátero Wesleyano. Anteriormente, ya les he dado conferencias sobre las raíces wesleyanas del pentecostalismo, y dado el revuelo que ha causado el libro Teología Pentecostal (que están pensando hacer un club de lectura con ese libro), del Dr. Wolfgang Vondey, quien es un pentecostal wesleyano de la Iglesia de Dios; les pareció buena idea aprender sobre este tema tan cardinal en la teología wesleyana: El Cuadrilátero Wesleyano.

Antes de comenzar, me gustaría dar un poco de mis “raíces denominacionales”. Crecí en iglesias pentecostales. De parte de mi mamá, ella es pentecostal, así como lo fue mi abuela. Crecí en una iglesia (donde asistía con mi mamá), que se le podría llamar una iglesia pentecostal de santidad que, en otras palabras, sonde raíz wesleyana. El director del ministerio u organización, es un misionero norteamericano estacionado en Guatemala, con fuertes raíces en la Iglesia del Nazareno, una de las tantas denominaciones fundadas durante el Movimiento de Santidad en el siglo 19. Mi abuela materna (mi abuelita Tina, como le decía de cariño), era miembro de una iglesia de las Asambleas de Dios. De parte de mi papá, los que son cristianos, son de trasfondo metodista. Durante la década de los 80’s, llegó un avivamiento carismático a la IMMAR (Iglesia Metodista de México A.R.), y cuando llegó al Templo Metodista La Trinidad en Monterrey Nuevo León donde vivo, mis tías tuvieron parte en él. Hubo una desbanda metodista por motivo de la controversia que trajo este avivamiento entre metodistas carismáticos y metodistas tradicionales, y mis tías se fueron en esa desbanda y de allí surgió una de las organizaciones carismáticas interdenominacionales más grandes de mi país, Castillo del Rey (que hoy es una organización interdenominacional). En el año 2015, mientras era miembro en plena comunión de una iglesia metodista, fui llamado a estudiar teología, y estudié en Zion Ministerial Institute, en Waverly NY, un seminario pentecostal con mucha raíz wesleyana. Aunque tengo formación teológica pentecostal, este artículo lo escribiré desde el punto de vista metodista tradicional para que, en un trabajo futuro, puedan relacionarlo como esta forma de hacer teología con el Cuadrilátero Wesleyano, afectó en la forma de hacer teología pentecostal.

¿Qué es el Cuadrilátero Wesleyano?

El Cuadrilátero Wesleyano, es un método teológico / hermenéutico usado para el que hacer teológico de la teología de John Wesley [1, p. 3]. Wesley nunca fue un teólogo sistemático, es decir, nunca sistematizó su teología, no porque no fuera un teólogo (estudió teología en la Universidad de Oxford), sino porque su ministerio era principalmente de predicador itinerante, su teología esta “regada” en todos sus sermones, cartas y artículos teológicos para su revista The Arminian Magazine (El Arminiano). Este método del “como hacer” teología de Wesley, no fue sistematizado por él, sino que fue deducido por el gran teólogo metodista del siglo 20, Albert C. Outler (1908 – 1989), en el año de 1964.

Los elementos del Cuadrilátero Wesleyano

Outler, haciendo un análisis exhaustivo de las Obras de Wesley, encontró que la forma, o el método, con el que hacía teología Wesley no era algo que el se inventó, sino era un método que había aprendido en la Universidad de Oxford, en sus estudios para ser ordenado como sacerdote anglicano; el Trípode Anglicano, que consistía de tres elementos:

  1. La Biblia.
  2. La Tradición.
  3. La Razón.

Este método, había sido conformado por la Iglesia Anglicana, casi 200 años antes del nacimiento de Wesley, en el año de 1595 [2]. Outler se dio cuenta que Wesley le había agregado un elemento más a este Trípode Anglicano; la Experiencia, o Experiencia cristiana [2]; por lo que ahora, ya no era un trípode, sino un cuadrilátero.

Hay muchos modelos del Cuadrilátero Wesleyano (tanto liberales como conservadores, o inclusive que le agregan más elementos). En este artículo, les presentaré el modelo conservador de este modelo.

La Biblia

El libro favorito de John Wesley era la Biblia. A pesar de ser un gran erudito (la obra Enciclopedia de literatura bíblica, teológica y eclesiástica, lo describen como “entre los hombres de capacidad intelectual más elevada. Una naturaleza capaz de impresionar como la suya lo hizo en su generación, capaz de crear y de gobernar casi absolutamente una organización tal como a la que dio vida debe verdaderamente haber nacido para dirigir” [3]) y un gran lector. Sobre su amor por la lectura, la misma Enciclopedia de literatura bíblica, teológica y eclesiástica, dicen:

“Sus diarios y otros escritos muestran que tenía una rara aptitud y apetito tanto para la lectura como para el pensamiento, pero el enfoque práctico de su mente le llevó a evitar la especulación, y a dirigir su conocimiento hacia una multitud de canales que corrían en la dirección del único objetivo de su vida” [3].

A pesar, de leer un innumerable número de libros en su vida, el Libro favorito de Wesley seguía siendo la Biblia. En la introducción a sus Sermones Generales, lectura obligatoria de todo seminarista metodista; Wesley dice sobre la Biblia.

“Sólo una cosa deseo saber: el camino al cielo; cómo llegar a salvo a esa costa feliz. Dios mismo se ha dignado mostrar el camino. Para eso fue que vino desde el cielo. Lo ha escrito en un libro. ¡Dadme ese libro! ¡A cualquier precio, dadme el Libro de Dios! Lo tengo. Me basta con el conocimiento que hay en él. Quiero ser homo unius libri [traducido, “hombre de un solo Libro”]. Heme aquí, lejos del bullicio humano. Estoy sentado a solas: a solas con Dios. En su presencia abro y leo su Libro. Lo abro con el propósito de encontrar el camino al cielo” [4, pp. 20-21].

Hay muchas personas, en especial de trasfondo reformado, que creen que Wesley no era un creyente de la doctrina de la Sola Scriptura protestante, dado que argumentan que, al agregar otros tres elementos (la razón, la tradición y la experiencia), le están agregando otras fuentes a la interpretación de la Biblia; muy al estilo de los mormones, quienes tienen el Libro Mormón, como paralelo a la Biblia; pero esto para nada es cierto. Primeramente, tendrías que acusar a los demás anglicanos (muchos de ellos de trasfondo calvinista, como George Whitefield), de negar la Sola Scriptura, dado que, como anglicanos, ellos siguen el Trípode Anglicano, anterior a Wesley, como su herramienta teológica y segundo, el metodismo se caracterizó por el celo del estudio bíblico. El Dr. Roger E. Olson, uno de los representantes del arminianismo clásico a nivel mundial, y el Dr. Adam C. English, escribieron en conjunto un pequeño libro llamado, Historia de la Teología. En él, el Dr. Olson, dice sobre el Cuadrilátero Wesleyano, y la acusación sobre este que se desvía totalmente del principio de Sola Scriptura.

“Al mismo tiempo que sostenía el principio de Sola Scriptura, desarrolló un punto de vista sobre la autoridad de la fe y la práctica cristianas que se llegó a conocer como el “Cuadrilátero wesleyano”. Wesley sostenía la autoridad suprema de las Escrituras sobre toda otra fuente y norma para la predicación y la vida cristiana. Por otra parte, incluía la Razón, la Tradición y la Experiencia como herramientas esenciales de interpretación para hacer teología” [5, p. 97].

Por lo que los otros tres elementos, aparte de la Biblia, del cuadrilátero wesleyano, no son tomadas como fuentes, sino como herramientas esenciales de interpretación para hacer teología.

La Razón

Dentro de lo que llamamos la Imago Dei, o Imagen de Dios en nosotros que nos distinguen de los animales, está la razón. Muchos citarán el versículo de 1ª de Corintios 2:14, que dice: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”, y argumentarán algunos hermanos reformados: “¿Cómo alguien que aún es depravado puede entender lo que es del Espíritu con su razón depravada?”, pero a lo que se refiere Wesley, no es a la razón humana en su estado natural, sino a la razón humana empoderada y santificada por el Espíritu Santo. ¨

John Wesley siempre apelaba al Trípode Anglicano que había aprendido en la Universidad de Oxford para probar la veracidad de una doctrina. En su artículo, Un nuevo llamado a personas razonables y religiosas III, dice lo siguiente:

“¿Qué es lo que ustedes quieren que yo pruebe por milagros? ¿Que la doctrina que predicamos es correcta? Esa no es la forma de probar las doctrinas, como bien replicaron nuestros primeros reformadores a la Iglesia de Roma, que insistía con esta misma demanda, como ustedes recordarán. Nosotros probamos la doctrina que enseñamos por la Escritura y por la razón; y si es necesario por su antigüedad” [6, p. 359].

En los días de Wesley, había (como siempre) dos “bandos” de personas dentro de la Iglesia. Había personas “razonables y religiosas”, que solo basaban su vida cristiana en el uso del estudio y la razón, y otro bando de cristianos “entusiastas”, que basaban todo su caminar cristiano en la interpretación de sueños, visiones y profecías, es decir, vivían una vida completamente mística. Wesley chocaba con ambos bandos. Era una persona profundamente estudiosa, pero también no buscaba un cristianismo árido, donde todo era puro estudio. Para los “entusiastas”, su mensaje era que no todo era experiencias místicas, sino que la religión, no puede ser divorciada de la razón, como dijo:

“Para nosotros los metodistas, es un principio fundamental que el renunciar a la razón es renunciar a la religión, que religión y razón van juntas, y que toda religión irracional es religión falsa” [1, p. 6].

Por lo general, estos cristianos “entusiastas” (muchos dentro del movimiento metodista), eran anti-intelectuales, como muchos evangélicos pentecostales / carismáticos hoy en día.

Puedes aprender más sobre el trasfondo wesleyano del pentecostalismo en este video que tuvimos con Rafael Stringel.

La Tradición

El término tradición hoy en día les choca a muchos evangélicos de hoy en día; en especial en Latinoamérica. Por lo general, o lo relacionan con lo que los Evangelios llaman la “tradición de los ancianos” (Mateo 7:3), que es la tradición oral rabínica del judaísmo rabínico, o lo relacionan con lo que el Apóstol Pablo llama “tradiciones de los hombres” en Colosenses 2:8, que siempre lo relacionan con las tradiciones anti-bíblicas del catolicismo romano, pero para nada es eso lo que el Trípode Anglicano, y el Cuadrilátero wesleyano llama como Tradición. A lo que Wesley llama Tradición, es a la antigüedad cristiana [6, p. 359]. Es decir, el probar que tal doctrina (la que escojas), se enseña en los Credos de la Iglesia que considera ortodoxos, y fue enseñada por la Patrística, es decir, los Padres de la Iglesia, y entre más cerca a los Apóstoles, mejor. Es muy común que, en los servicios metodistas, en la hora de la Eucaristía o Santa Cena, se reciten credos de la Iglesia Universal, tales como el Credo Niceno, el Credo de los Apóstoles, el Credo de Atanasio, el Credo Coreano, entre otros. Para los metodistas, es muy importante el recitar, meditar y aprender estos credos, dado que en ellos están las doctrinas cardinales de la fe cristiana, tales como la Trinidad, la Encarnación de Cristo, la Deidad de Cristo, la Segunda Venida de Cristo, entre otras. Esto ya casi no se ve en otras tradiciones cristianas protestantes o evangélicas. Incluso, ¡A veces se recita el Padre Nuestro! Y eso se vería por muchos como “muy católico”.

John Wesley tenía una “lista” de Padres de la Iglesia que prefería para su estudio. La mayoría del protestantismo, deriva de la Teología Agustina, es decir de la teología de Agustín de Hipona (Lutero era un monje de la Orden Agustina), que Wesley también estudió y estudiaba, pero equilibró sus ideas con las ideas de los Padres Apostólicos, en especial, los Padres de Oriente, especialmente los pre-nicenos;quienes para Wesley, son “los más auténticos comentaristas de las Escrituras, por estar más cerca de la fuente y ungidos por el Espíritu que inspiró las Escrituras?” [7, p. 200]. Dentro de esta lista de Padres de la Iglesia, están: Crisóstomo, Basilio, Jerónimo, Agustín y Efrén el Sirio [7, p. 201]. Se cree que solo citó a los más importantes que el estudiaba, pero se sabe que también estudiaba mucho a otros Padres de la Iglesia del oriente, tales como Clemente de Alejandría.

La Experiencia

El último elemento del Cuadrilátero Wesleyano es la experiencia cristiana. Una de las doctrinas centrales del metodismo es la doctrina de El Testimonio del Espíritu. Mucho se critica a Wesley y a su teología de enseñar una inseguridad de la Salvación; que hoy podrás tener la Salvación, ¡Pero en unos 5 minutos, quien sabe! (esta falacia, incluso es repetida por arminianos clásicos que defienden su postura de la Apostasía Irreversible, o algunos bautistas que defienden, al igual que los calvinistas, la Seguridad Eterna); pero lo que no saben sus críticos, es que lo que Wesley más enseñaba, es que la seguridad de la Salvación la da el Testimonio del Espíritu, que “da testimonio a nuestro espíritu, que somos hijos de Dios” (Romanos 8:16b). Wesley tiene una serie de sermones solo sobre este tema, y la palabra seguridad, aparece a cada rato. No es que Wesley enseñará la Seguridad Eterna, sino que para Wesley si hay un punto, “o un estado accesible en esta vida del cual el hombre no puede caer; y que aquél que ha llegado a esto puede decir: “Las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” [8, p. 198]; un punto donde el cristiano puede dar testimonio, no solo de ser salvo, sino de haber vencido el pode del pecado. Para Wesley, el cristiano tiene que poder dar testimonio de una conversión genuina (no estaba hablando de algo emocional, o algo conceptual). El teólogo metodista Reginal Kissack comenta sobre esta doctrina del Testimonio del Espíritu.

“Típica del del coraje y el optimismo de Wesley fue su actitud, plenamente consecuente con la doctrina de la Reforma sobre la responsabilidad última de cada individuo por su juicio privado, de fijar el lugar de encuentro entre Dios y el hombre en el alma de este. El creyente puede saber siempre cuál es su relación con Dios. Y como protección contra los peligros subjetivistas de la ilusión y la presunción humanas, contra la teoría en la doctrina y contra su práctica, estableció los grupos y clases como instrumentos de control y vigilancia. Pero el control final reside en la conciencia del individuo, obrando en espíritu y en verdad” [9, p. 72].

Así definía John Wesley al Testimonio del Espíritu. En su sermón 5, de sus Sermones Generales, el sermón con el mismo nombre dice.

“Ahora bien, esto es propiamente hablando el testimonio de nuestro propio espíritu. ¿Pero cual es el testimonio del Espíritu de Dios? ¿Cómo da Él testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios? Es difícil hallar palabras en el lenguaje humano que expresen adecuadamente lo que los hijos de Dios experimentan. Pero se podría decir, tal vez, que el testimonio del Espíritu es una impresión interior del alma, por el cual el Espíritu de Dios testifica directamente a mi espíritu que soy hijo de Dios; que Jesucristo me ha amado, y se ha entregado por mí; y que todos mis pecados son borrados, y yo, yo mismo, soy reconciliado con Dios” [9, p. 73].

Para Wesley, la evidencia más grande del Testimonio del Espíritu, era el fruto del Espíritu; ya que en su sermón 11, dijo: “Que nadie presuma descansar en algún supuesto testimonio del Espíritu, que esté separado de los frutos de este” [9, p. 74]. Esta necesidad de que el cristiano pudiera experimentar la Salvación, fue uno de las bases teológicas del Segundo Gran Despertar, en los Estados Unidos del siglo 19; que, aunque no fue enteramente wesleyano, “puso un gran énfasis en la conversión, la confesión y el arrepentimiento” [10].

La soteriología wesleyana, es completamente experimental. No ancla la Salvación, solo a una experiencia en el pasado del creyente, sino en el presente. Para Wesley, la frase “sois salvos”, de Efesios 2:8, está en presente, no en pasado, y en un presente continuo: “Las mismas palabras del texto “sois salvos”, no se trata de algo a distancia: es algo presente, una bendición de la cual, mediante la misericordia gratuita de Dios, estás en posesión ahora”  [11, p. 70]. En su sermón, El pecado original, Wesley enseña una soteriología terapéutica, más inclinada a la soteriología oriental; la “terapia psiques (terapia del alma), el método divino para sanar un alma que está de tal modo enferma” [11, p. 102], que a la soteriología agustina.

“Por naturaleza estáis totalmente corrompidos; por gracia seréis totalmente renovados. En Adán todos mueren, en el segundo Adán, en Cristo, todos serán vivificados. A vosotros, que estabais muertos en pecados, os dio vida. Él ya os ha dado el principio de vida, o sea la fe en aquel que os amó y se dio a sí mismo por vosotros. Ahora, id adelante, de fe en fe hasta que toda vuestra enfermedad sea sanada, y plenamente haya en vosotros el sentir que hubo también en Cristo Jesús” [11, pp. 104-105].

Esta Salvación terapéutica, que “renueva nuestros corazones a la Imagen de Dios” [11, p. 104], según Wesley enseña en su sermón, El camino a la Salvación según las Escrituras, consta de cuatro manifestaciones, o etapas de la gracia de Dios, que las trataré de resumir.

  1. Gracia Preveniente: Es la manifestación de la gracia que antecede o es previa a la fe. Es la luz de Cristo que “ilumina a todo hombre” (Juan 1:9). Wesley la denomina la consciencia natural, o “toda atracción del Padre” [11, p. 70]. La consciencia natural, que es lo que se enseña en Romanos 2, como “la ley inscrita en el corazón” (Romanos 2:15), le da al hombre no regenerado, una “guía moral”, con la cual el mundo es gobernable y, además, hace al hombre salvable, permitiéndole predicársele el Evangelio sin que este (el hombre), por su depravación total, esté obligado a rechazarlo.
  • Gracia convincente: Es el poder del Espíritu Santo, manifestado en la predicación del Evangelio. Es el convencimiento de pecado (Juan 16:8), que hace al hombre, solo en ese momento, libre para decidir aceptar, o rechazar el Evangelio.
  • Gracia justificante: Es al momento en que el hombre deposita su fe en Cristo para su salvación y es justificado, se le es quitada la culpa del pecado. Uno de los debates intensos entre Wesley contra Whitefield y demás calvinistas, es en el alcance de la justificación. Para la teología reformada, la justificación imputa la justicia de Cristo, su santidad y perfección. Para Wesley, veía que sí, Dios nos perdona nuestros pecados, y nos da una santificación inicial. A esto, el llamó justificación imputada (lo redefinió el término), pero al poder santificador de Cristo, que nos imparte, o forma la justicia, santidad y perfección de Cristo en nosotros, le llamó justificación impartida. Tendría que escribir otro artículo, para profundizar en el tema.
  • Gracia santificante: Es el poder del Espíritu Santo en la santificación del creyente. Le ayuda a poder perseverar (allí se toda el tema y debate sobre la Seguridad de la Salvación, que en esta ocasión no lo tocare) y a santificarse cada día, hasta llegar a “ser perfecto como vuestro padre en los cielos es perfecto” (Mateo 5:48). Sobre este último aspecto, es donde me gustaría profundizar un poco más.

La doctrina de la Perfección cristiana, es el legado más importante que Wesley le dejó a la Iglesia Metodista. Hay grupos protestantes que la rechazan totalmente como herética. Otros, la abrazan y adoptan, muchas veces cayendo en extremos nada bíblicos (que los antagonistas son los que atacan, achacándoselas a Wesley). Wesley definía a la perfección cristiana como “amor perfecto (1 Juan 4:18). Esta es su esencia; estar siempre gozosos, orar sin cesar y dar gracias en todo (1 Tesalonicenses 5:16)” [12, p. 115]. Wesley se alejaba de los errores del erradicacionismo (erradicación del pecado natural, en la que cayeron posteriormente los wesleyanos del Movimiento de Santidad), al decir que la perfección absoluta, está fuera del alcance humano, ya que “la perfección absoluta pertenece, no a hombres ni a ángeles, sino solo a Dios” [12, p. 115] y sobre la posibilidad de una erradicación del pecado original o naturaleza pecaminosa, a la pregunta, ¿Es [la perfección cristiana] sin pecado?, Wesley siempre respondía: “No vale la pena discutir sobre un término o palabra. Es “salvación del pecado”” [12, p. 115]¸es decir, Wesley veía que el cristiano podría ser libre del dominio del pecado, tener victoria sobre el pecado que domina su vida, no ser libre de toda tentación y poder caer. No hace al hombre libre de su deber de santificarse, seguir mortificando su carne y seguir practicando los Medios de gracia.

“Pero aquellos que piensan que son salvos del pecado dicen que “no tienen necesidad de los méritos de Cristo”. Es todo lo contrario. Su lenguaje es: “Cada momento requiero los méritos de tu muerte Señor”. Nunca nates habían tenido tan profunda e indecible convicción de la necesidad de Cristo en todos sus oficios como la tienen ahora” [12, p. 116].

Todo esto de la Perfección Cristiana, no le vino a Wesley en una noche de inspiración o una “revelación especial”. Es parte de la salvación terapéutica de los Padres orientales, que ellos le llamaban Theosis. El teólogo pentecostal wesleyano, Dr. Wofgang Vondey, la define como.

“La salvación en Oriente está más estrechamente ligada al concepto de deificación ( theosis ) como un proceso continuo de transformación a la semejanza de Jesucristo. La deificación, posible debido a la imagen de Dios que se encuentra en la humanidad pero disuadida por la Caída, se restablece con la Encarnación y la unión de las naturalezas humana y divina en Cristo.  El proceso de theosis pretende ‘empezar aquí y ahora en la vida presente’ en una ‘cooperación’ entre Dios y la persona humana para que «nuestra participación voluntaria en la acción salvífica de Dios sea absolutamente indispensable». Este proceso es una participación humana en las energías no creadas, la vida, el poder y la gloria de Dios.  La salvación es la participación en la transformación de la vida divina a través de un proceso perpetuo de salvación. La participación humana en este proceso y la convergencia de la gracia divina y la libertad humana son en todo momento obra del Espíritu Santo” [13, pp. 66-67].

La opinión popular evangélica, y de muchos cesacionistas, y de la mayoría de evangélicos pentecostales y carismáticos, es que Wesley era un cesacionista (para bien o para mal). En una iglesia metodista tradicional donde asistía, hice un comentario, donde dije que Wesley no era un cesacionista, sino un continuista. Inmediatamente, un hermano que nos ayudaba con las proyecciones, dijo: ¿Wesley no era cesacionista? Y la respuesta, es No. Wesley era un continuista. Esto no significa, que Wesley era un pentecostal, o una especie de carismático; no para nada. En su sermón, Un camino más excelente, se expresó de esta manera sobre la continuidad de los dones del Espíritu Santo.

“Aparentemente estos extraordinarios dones del Espíritu Santo fueron algo habitual en la iglesia sólo durante los dos o tres primeros siglos. Rara vez se hace mención de ellos después de ese desafortunado periodo en que el Emperador Constantino se hizo llamar cristiano y, movido por la vana ilusión de promover la causa de los cristianos, derramó riquezas, poder y honor entre los cristianos en general, pero muy especialmente entre los clérigos cristianos. A partir de ese momento desaparecieron casi por completo; se registran muy pocas experiencias de este tipo. La razón no fue (como se ha sugerido comúnmente) «porque ya no eran necesarios», habida cuenta que todo el mundo se había convertido al cristianismo. Afirmar esto es cometer un lamentable error; los cristianos nominales no representaban siquiera el veinte por ciento de la población. La causa verdadera fue que el amor de muchos (de la mayoría de los que se denominaban cristianos) se habría de enfriar. Los cristianos carecían del Espíritu de Cristo tanto como los paganos. Cuando el Hijo del Hombre vino a visitar su iglesia, apenas pudo hallar fe en ella. Esta es la verdadera razón por la cual ya no fue posible ver la manifestación de los extraordinarios dones del Espíritu Santo dentro de la iglesia: los cristianos se habían vuelto paganos nuevamente y ya no había vida verdadera en ellos” [14, p. 120].

Era muy común ver en las reuniones al aire libre de Wesley, a gente siendo liberada de demonios, teniendo sanidades instantáneas, o la práctica de algún don del Espíritu Santo (en reuniones al aire libre, o en las sociedades metodistas), por lo que sus reuniones, eran catalogadas por sus opositores como “muy ruidosas”. Pronto, recibió la acusación de, aparte de ser un hereje, ser un entusiasta, por parte de ministros anglicanos, reformados y hasta de su mejor amigo, el metodista George Whitefield. Pero como dice el Dr. Brian J. Bailey en su libro, Liderazgo, Wesley se dio cuenta que en estas reuniones había blasfemos clamando por misericordia, pecadores tirados en el suelo en profunda convicción de pecado, e incluso médicos viendo que las personas a las que personalmente habían cuidado, estaban siendo sanadas bajo la obra del Espíritu Santo”  [15, p. 148]; por lo que desestimó dichas acusaciones. Aunque no las desestimó del todo. Como en todo avivamiento, siempre hay excesos, y falsos convertidos. Wesley detectó que había nuevos convertidos, dentro del movimiento metodista, que “prestaban demasiada atención a sueños, visiones, imaginación o sentimientos” [9, p. 26]. Wesley se oponía vehementemente a que el cristiano, hiciera de las experiencias sobrenaturales su guía espiritual. En una de sus cartas, Wesley les pide a sus seguidores metodistas que examinen los espíritus, y que juzgaran toda experiencia sobrenatural bajo la Palabra de Dios.

“Empecé con mucha vacilación a exhortarles a que prueben los espíritus, si son de Dios. Les dije que no deben de juzgar a los espíritus ni por los comentarios corrientes, ni por las apariencias, ni por sus propios sentimientos – no, ni por sueños, visiones o sentimientos – no ni por sueños, visiones o revelaciones hechas a sus propias almas, o por efectos externos sobre sus cuerpos. Todas esas cosas, les advertí, son en si de dudosa naturaleza; pueden ser de Dios o del diablo. No se debe simplemente condenarlos o confiar en ellos, sino probarlos “por la ley y el testimonio” (Letters II, p. 325) [9, p. 28].

En su sermón, La naturaleza del entusiasmo, Wesley da un método más completo de como juzgar una experiencia sobrenatural; usando dos de los otros tres elementos del Cuadrilátero wesleyano: La Biblia y la razón, además de la guía del Espíritu Santo.

“Cuídate de no caer en la segunda clase de entusiasmo, imaginando que tienes dones de Dios cuando en verdad no los tienes. No confíes en visiones o sueños, en experiencias impactantes o en impulsos súbitos de ninguna especie. Recuerda que no es por este medio que llegarás a descubrir cuál es la «voluntad de Dios» en una determinada situación, sino aplicando la sencilla norma de la Escritura, ayudado por la experiencia, la razón y la guía del Espíritu de Dios. No hables de Dios con ligereza; no hables de «la voluntad de Dios» refiriéndote a situaciones triviales. Procura que la reverencia y el temor de Dios estén presentes en todo lo que digas y hagas” [16, p. 375].

Para terminar, citaré al erudito wesleyano, el Dr. H. Ray Dunning, comentando sobre este cuarto elemento de la experiencia, del Cuadrilátero Wesleyano.

“Aunque a John Wesley se le acusó con frecuencia de entusiasmo (fanatismo) precisamente en esta área, se pudo mantener firme dentro de la tradición de la Reforma. Repetidas veces afirmó que las Escrituras eran la autoridad final y, a fin de evitar la acusación que tan falsamente se hacía contra él, siempre se protegió con criterios bíblicos sus enseñanzas acerca de la obra del Espíritu Santo en el creyente. Lycurgus Starkey hace el siguiente atinado resumen de la relación del Espíritu con la Palabra en el pensamiento de Wesley: “La dirección del Espíritu, aunque actúe independientemente del leer o escuchar la Escritura, siempre estará de acuerdo con la regla de la Escritura. El Espíritu es probado por la Escritura para ver si es de Dios” [17, p. 89].

Conclusión

Espero este pequeño aporte les sirva para estudiar sus raíces wesleyanas en el pentecostalismo clásico.

Bendiciones.

Bibliografía

[1]M. Gastón Isla R., «El Método Teológico Wesleyano; Un acercamiento a la forma de cómo Juan Wesley desarrolló su teología,» La Parroquia sin Fronteras Cuaderno de Doctrina Metodista, pp. 3-11, 2013.
[2]H. Hernández J, «Un breve estudio del cuadrilátero wesleyano con énfasis en la experiencia,» 5 Marzo 2019. [Online]. Available: https://semhabana.com/index.php/2019/03/05/un-breve-estudio-del-cuadrilatero-wesleyano-con-enfasis-en-la-experiencia/. [Accessed 28 Enero 2022].
[3]J. M. Clintock and J. Strong, «Enciclopedia de literatura bíblica, teológica y eclesiástica,» The Victorian Web, 30 Abril 2010. [Online]. Available: https://victorianweb.org/espanol/religion/wesley/10.html#appearance. [Accessed 28 Enero 2022].
[4]J. Wesley, Obras de Wesley Tomo I, vol. Sermones I, J. L. González, Ed., Henrico, North Carolina: Wesley Heritage Foundation, Inc., 1996.
[5]R. E. Olson and A. C. English , Manual de Bolsillo Historia de la Teología, Miami, Florida: Editorial Unilit, 2007.
[6]J. Wesley, Obras de Wesley Tomo VI, vol. VI, J. L. González, Ed., Henrico NC USA: Wesley Heritage Foundation, Inc., 1996.
[7]J. Wesley, Obras de Wesley Tomo IX, vol. IX, J. L. Gonzalez, Ed., Henrico, North Carolina: The Wesley Heritage Foundation Inc., 1996.
[8]M. Pearlman, Teología Bíblica y Sistemática, Miami Florida USA: Editorial Vida, 1992.
[9]R. Kissack, Así era y así pensaba Juan Wesley, Ciudad de México: Casa Unida de Publicaciones, 2015.
[10]Protestante Digital, «Segundo Gran Despertar norteamericano,» 5 Enero 2013. [Online]. Available: https://protestantedigital.com/historia/13236/segundo-gran-despertar-norteamericano. [Accessed 2022 Febrero 11].
[11]J. Wesley, Obras de Wesley, Tomo III, Vols. Tomo III, Sermones III, J. L. Gonzalez, Ed., Henrico, North Carolina: Wesley Heritage Foundation Inc., 1996.
[12]J. Wesley, La Perfección Cristiana, Kansas City, Missouri: Casa Nazarena de Publicaciones, 2008.
[13]W. Vondey, Teología Pentecostal viviendo el Evangelio completo, Londres: Bloomsbury Publications, 2017.
[14]J. Wesley, Obras de Wesley, Tomo IV, Vols. Tomo IV, Sermones IV, J. L. Gonzalez, Ed., Henrico NC USA: Wesley Heritage Foundation, Inc., 1996.
[15]B. J. Bailey, Liderazgo, Waverly, NY: Zion Christian Publishers, 2010.
[16]J. Wesley, Obras de Wesley Tomo II, vol. II, J. L. González, Ed., Henrico, North Carolina: Wesley Heritage Foundation Inc., 1996.
[17]H. R. Dunning, Gracia, Fe y Santidad; Una Teología Sistemática Wesleyana, Kansas City, Kansas: Casa Nazarena de Publicaciones, 2018.

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